Napoleón invade España, y coloca en el trono a su hermano José Bonaparte, más conocido como´Pepe Botella`, que ya había sido rey de Nápoles, y los franceses entran por el Campo del Triunfo a Granada el 27 de enero de 1810, liderados por el general Horace Sebastiani. Siguiendo por el Arco de Elvira, hasta el Palacio Arzobispal la ciudad les espera con un silencio hostil.
Horace Sebastiani se establece en la Real Chancillería, donde se había proclamado rey José Bonaparte en su corta estancia en Granada. Para este fín, los presos de la Cárcel Alta tuvieron que ser evacuados. Desde aquí, Sebastiani, liderará importantes reformas en la ciudad.

Horace Sebastiani
La desamortización eclesiástica fue una de las más inmediatas. Cuando los franceses llegan a la ciudad, los frailes abandonan los conventos, sin necesidad de que se les expulse, pues saben que supone un peligro para ellos permanecer, y así la mayoría de conventos se convierten en cuarteles.
Granada era una ciudad sin murallas útiles, y estaba rodeada de bandoleros, por lo que las únicas murallas que les podían servir eran las de la Alhambra, y aún así tuvieron que ser reforzadas, para ser luego colocados los cañones en los lugares más elevados.
La Alhambra, y más concretamente, el Convento de San Francisco, fue el lugar donde se alojaron los soldados, y aunque entre las prioridades de Horace Sebastiani, estaba la restauración y puesta en valor de espacios en la Alhambra y en Granada, por su estancia en Turquía, y el gusto que allí desarrolló por lo orientalista, fue mucho más lo destruido, y los expolios, a manos de las numerosas tropas francesas en la ciudad, y que supusieron para Granada, una pérdida artística, cultural e histórica incalculable.
Las continuas guerrillas, insumisos, y los ingleses, debilitaban cada vez más a los franceses, y ya era inminente la derrota. En su retirada forzosa, el mariscal francés Jean de Dieu Soult ordenó volar por los aires las fortificaciones de la Alhambra, haciéndose efectivo en la muralla, y el desastre no fue mayor, gracias al Cabo de Inválidos José García, que en el último momento consiguió cortar el hilo de pólvora que iba a seguir destruyendo el monumento. En septiembre de 1812, los carros de las tropas francesas abandonaban la ciudad por el Campo del Triunfo.